Entrega de la Legión de Honor
Discurso de Pierre Floch
Queridos amigos,
Quiero antes que nada agradecer a las autoridades civiles y militares que nos han honrado con su presencia en este día.
Agradezco al Coronel Pelletier que me ha hecho el honor de entregarme la cruz de Caballero de la Legión de Honor. Simboliza para mí esta gran familia que es el ejército y que me ha dado tanto.
Debo un agradecimiento muy especial también a un camarada de infancia (fuimos boy scouts juntos), el General André Garandeau, ex-alumno de la 2nda promoción de la ESMIA en 1946 como yo, estando él en la 8va compañía y yo en la 7ma, y que, por amistad, intervino en mi favor en el Ministerio de la Defensa en el último més de enero, para facilitar mi inscripción en la lista de los nuevos promocionados.
Conocía mi pasado militar, mis hojas de servicio, sabía que cumplía con las condiciones ya que había sido propuesto por la Subdivisión para la Legión de Honor hace más de 40 años. Tenía 45 años en ese entonces y no había aceptado por motivos personales, siendo profundamente afectado, por no decir escandalizado, por todo lo que había presenciado en 1940. Para mí, en ese entonces, la legión de honor había perdido todo su valor. Renuncié a ella, inclusive a una propuesta para el Orden el Mérito hace más de 40 años en 1965. Esta vez, acepté para darle un gusto a mi hijo Jean Paul.
Para mi, este es un gran día, quiero asociarle todos aquellos que han combatido en 1940, y quiero rendirles el homenaje que les es debido. Esta cruz de la legión de honor me fué entregada hoy a título militar.
El 11 de junio de 1940, en Varennes sur Marne, tomé el mando de una sección de ametralladoras del 47mo Regimiento de Infanteria para substituir al aspirante Vandalovski que acababa de ser gravemente herido. Era un joven suboficial en esa época, acababa de cumplir 22 años, era titular del Diploma de jefe de sección, y había sido nombrado por la Escuela de St Maixent para servir en un regimiento de reservistas de 29 años.
Había oído decir que los bretones eran duros de pelear. Lo confirmé en el sitio mismo durante los combates, y pude apreciar su valentía, su determinación y su calma, frente a situaciones peligrosas, a veces trágicas, otras inclusive desesperadas. A pesar de grandes pérdidas, siempre han sabido conservar un ánimo excepcional. Han peleado hasta el agotamiento total de nuestras municiones.
En mi sección, sobre 35, los 2/3 eran labradores. Supieron honrar su oficio. Seguimos el ejemplo de un joven oficial que tenía el mando del punto de apoyo, el capitán Jean Pfister, de 29 años, ex- alumno de St Cyprien, que con gran brillo, nos mostró por su actitud que un jefe, un verdadero jefe, tenía el sentido del honor, el sentido del deber y de la dignidad. El capitán Pfister disparó sus últimos tiros en mi sección, tuvo la dicha como de yo de ser de los escasos sobrevivientes. Hizo 5 años de cautividad en un Oflag, yo 5 en un Stalag. Nos encontramos de nuevo en 1945 en St Maixent donde vivíamos.
El capitán Pfister al retornar a Francia quizo hacer un informe al Ministerio del Ejército para relatar lo que había pasado exactamente durante la batalla de Varennes sur Marne los días 11 y 12 de junio de 1940 e intervino para hacerme obtener una citación al orden del Ejército y la Cruz de guerra con palmas. Las recibí el 31 de diciembre de 1946.
Personalmente, cuando me rendí, estaba cubierto de tierra, no tenía más mis gafas, mi portaviandas de aluminio había sido atravesado de par en par por astillas. Tuve suerte, hoy tengo 89 años y sigo vivo.
Tuve mucha suerte, más que mi amigo el subteniente Colas des Francs, seminarista, que tenía el mando de la sección de ametralladoras vecina a la mía, y que murió destripado sobre una ametralladora después de un ataque de stukas.
Quiero recordar que entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 1940, nosotros, ejército francés, hemos tenido alrededor de 100.000 muertos en tán solo un més, una verdadera matanza, debido a los numerosos ataques aéreos y a muy violentos combates.
El ejército francés soltó en la naturaleza en junio de 1940 a hombres a veces muy a menudo mal equipados, frente a una fuerza colosal que era el ejército alemán, muy organizada, dotada de medios de destrucción enormes, de una artillería potente, una multitud de tanques, y sobre todo, que disponía de una aviación que le aseguraba el poderío total del cielo.
Desde el prinicpio de la guerra, y durante todas las operaciones a las que participé, nunca ví un avión francés o inglés.
Los días 11 y 12 de junio de 1940, 2 días solo antes de la llegada de las tropas alemanas en París que entraron en ella el 14 de junio, representabamos la última línea de defensa y de resistencia sobre el Marne.
Fuimos literalmente arrollados, totalmente submergidos, y, careciendo de municiones, rodeados por todas partes, sin ninguna esperanza de abastecimiento, debimos rendirnos. Eramos tan solo un puñado de sobrevivientes.
Todos nuestros heridos y heridos de gravedad pudieron ser salvados gracias a la intervención del servicio de salud del ejército alemán que, así como terminaron los combates, envió numerosas ambulancias motorizadas para recuperar a todos los heridos, alemanes y franceses sin distinción, para dirigirlos después hacia un hospital de campaña alemán.
Nosotros disponíamos apenas de los medios sanitarios siguientes : a nivel de la compañía : Nada, ya que nada había sido previsto. Solo a nivel del batallón : un subteniente reservista médico, 6 enfermeros y 2 furgones uncidos a 2 caballos con misión : recoger y evacuar a los heridos. Nosotros, Ejército Francés, comparativamente al ejército alemán, teníamos una guerra de atraso.
Nos encontramos siendo casi 2 millones de prisioneros a fines de junio en Alemania. Más de los ¾ no habían nunca disparado con un fusil, no habían nunca combatido. Durante la debacle, unidades enteras, batallones, escuadrones, regimientos fueron hechos prisioneros, desarmados, sin combatir.
Han seguido las instrucciones y ejecutado las órdenes dadas por el Mando General, que debía él mismo obediencia a políticos, civiles, ya que en tiempos de guerra es el poder civil vigente que decide la orientación y el manejo de las operaciones.
Pero no estamos aquí hoy para hacer el proceso de los errores, de las carencias o de las incompetencias, la historia sola juzgará.
Sin embargo, no debemos incriminar, abrumar y culpabilizar a los veteranos de 1940. Han hecho lo que pudieron con los medios que les han sido dados, no son responsables de la derrota.
Pienso a todos los reservistas que me acompañaron, algunos padres de familia, abatidos en plena juventud con 29 años, y que, sin vacilar, nos dieron una lección de valentía, de patriotismo por la defensa de nuestras libertades, todos merecen nuestra consideración, el reconocimiento de la nación entera y todo nuestro afecto.
Es por eso que hoy, 67 añós después, me enorgullezco de compartir mi legión de honor con ellos. En su memoria, en su honor, con un pensamiento especial para las numerosas viudas y huérfanos de los que no se habla más, en el nombre de ellos y ellas todas, sobrevivientes y desaparecidos, les agradezco y les agradezco su atención.
Pierre Floch : Viernes 13 de julio del 2007.
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Queridos amigos,
Quiero antes que nada agradecer a las autoridades civiles y militares que nos han honrado con su presencia en este día.
Agradezco al Coronel Pelletier que me ha hecho el honor de entregarme la cruz de Caballero de la Legión de Honor. Simboliza para mí esta gran familia que es el ejército y que me ha dado tanto.
Debo un agradecimiento muy especial también a un camarada de infancia (fuimos boy scouts juntos), el General André Garandeau, ex-alumno de la 2nda promoción de la ESMIA en 1946 como yo, estando él en la 8va compañía y yo en la 7ma, y que, por amistad, intervino en mi favor en el Ministerio de la Defensa en el último més de enero, para facilitar mi inscripción en la lista de los nuevos promocionados.
Conocía mi pasado militar, mis hojas de servicio, sabía que cumplía con las condiciones ya que había sido propuesto por la Subdivisión para la Legión de Honor hace más de 40 años. Tenía 45 años en ese entonces y no había aceptado por motivos personales, siendo profundamente afectado, por no decir escandalizado, por todo lo que había presenciado en 1940. Para mí, en ese entonces, la legión de honor había perdido todo su valor. Renuncié a ella, inclusive a una propuesta para el Orden el Mérito hace más de 40 años en 1965. Esta vez, acepté para darle un gusto a mi hijo Jean Paul.
Para mi, este es un gran día, quiero asociarle todos aquellos que han combatido en 1940, y quiero rendirles el homenaje que les es debido. Esta cruz de la legión de honor me fué entregada hoy a título militar.
El 11 de junio de 1940, en Varennes sur Marne, tomé el mando de una sección de ametralladoras del 47mo Regimiento de Infanteria para substituir al aspirante Vandalovski que acababa de ser gravemente herido. Era un joven suboficial en esa época, acababa de cumplir 22 años, era titular del Diploma de jefe de sección, y había sido nombrado por la Escuela de St Maixent para servir en un regimiento de reservistas de 29 años.
Había oído decir que los bretones eran duros de pelear. Lo confirmé en el sitio mismo durante los combates, y pude apreciar su valentía, su determinación y su calma, frente a situaciones peligrosas, a veces trágicas, otras inclusive desesperadas. A pesar de grandes pérdidas, siempre han sabido conservar un ánimo excepcional. Han peleado hasta el agotamiento total de nuestras municiones.
En mi sección, sobre 35, los 2/3 eran labradores. Supieron honrar su oficio. Seguimos el ejemplo de un joven oficial que tenía el mando del punto de apoyo, el capitán Jean Pfister, de 29 años, ex- alumno de St Cyprien, que con gran brillo, nos mostró por su actitud que un jefe, un verdadero jefe, tenía el sentido del honor, el sentido del deber y de la dignidad. El capitán Pfister disparó sus últimos tiros en mi sección, tuvo la dicha como de yo de ser de los escasos sobrevivientes. Hizo 5 años de cautividad en un Oflag, yo 5 en un Stalag. Nos encontramos de nuevo en 1945 en St Maixent donde vivíamos.
El capitán Pfister al retornar a Francia quizo hacer un informe al Ministerio del Ejército para relatar lo que había pasado exactamente durante la batalla de Varennes sur Marne los días 11 y 12 de junio de 1940 e intervino para hacerme obtener una citación al orden del Ejército y la Cruz de guerra con palmas. Las recibí el 31 de diciembre de 1946.
Personalmente, cuando me rendí, estaba cubierto de tierra, no tenía más mis gafas, mi portaviandas de aluminio había sido atravesado de par en par por astillas. Tuve suerte, hoy tengo 89 años y sigo vivo.
Tuve mucha suerte, más que mi amigo el subteniente Colas des Francs, seminarista, que tenía el mando de la sección de ametralladoras vecina a la mía, y que murió destripado sobre una ametralladora después de un ataque de stukas.
Quiero recordar que entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 1940, nosotros, ejército francés, hemos tenido alrededor de 100.000 muertos en tán solo un més, una verdadera matanza, debido a los numerosos ataques aéreos y a muy violentos combates.
El ejército francés soltó en la naturaleza en junio de 1940 a hombres a veces muy a menudo mal equipados, frente a una fuerza colosal que era el ejército alemán, muy organizada, dotada de medios de destrucción enormes, de una artillería potente, una multitud de tanques, y sobre todo, que disponía de una aviación que le aseguraba el poderío total del cielo.
Desde el prinicpio de la guerra, y durante todas las operaciones a las que participé, nunca ví un avión francés o inglés.
Los días 11 y 12 de junio de 1940, 2 días solo antes de la llegada de las tropas alemanas en París que entraron en ella el 14 de junio, representabamos la última línea de defensa y de resistencia sobre el Marne.
Fuimos literalmente arrollados, totalmente submergidos, y, careciendo de municiones, rodeados por todas partes, sin ninguna esperanza de abastecimiento, debimos rendirnos. Eramos tan solo un puñado de sobrevivientes.
Todos nuestros heridos y heridos de gravedad pudieron ser salvados gracias a la intervención del servicio de salud del ejército alemán que, así como terminaron los combates, envió numerosas ambulancias motorizadas para recuperar a todos los heridos, alemanes y franceses sin distinción, para dirigirlos después hacia un hospital de campaña alemán.
Nosotros disponíamos apenas de los medios sanitarios siguientes : a nivel de la compañía : Nada, ya que nada había sido previsto. Solo a nivel del batallón : un subteniente reservista médico, 6 enfermeros y 2 furgones uncidos a 2 caballos con misión : recoger y evacuar a los heridos. Nosotros, Ejército Francés, comparativamente al ejército alemán, teníamos una guerra de atraso.
Nos encontramos siendo casi 2 millones de prisioneros a fines de junio en Alemania. Más de los ¾ no habían nunca disparado con un fusil, no habían nunca combatido. Durante la debacle, unidades enteras, batallones, escuadrones, regimientos fueron hechos prisioneros, desarmados, sin combatir.
Han seguido las instrucciones y ejecutado las órdenes dadas por el Mando General, que debía él mismo obediencia a políticos, civiles, ya que en tiempos de guerra es el poder civil vigente que decide la orientación y el manejo de las operaciones.
Pero no estamos aquí hoy para hacer el proceso de los errores, de las carencias o de las incompetencias, la historia sola juzgará.
Sin embargo, no debemos incriminar, abrumar y culpabilizar a los veteranos de 1940. Han hecho lo que pudieron con los medios que les han sido dados, no son responsables de la derrota.
Pienso a todos los reservistas que me acompañaron, algunos padres de familia, abatidos en plena juventud con 29 años, y que, sin vacilar, nos dieron una lección de valentía, de patriotismo por la defensa de nuestras libertades, todos merecen nuestra consideración, el reconocimiento de la nación entera y todo nuestro afecto.
Es por eso que hoy, 67 añós después, me enorgullezco de compartir mi legión de honor con ellos. En su memoria, en su honor, con un pensamiento especial para las numerosas viudas y huérfanos de los que no se habla más, en el nombre de ellos y ellas todas, sobrevivientes y desaparecidos, les agradezco y les agradezco su atención.
Pierre Floch : Viernes 13 de julio del 2007.